Buenas tardes. Bienvenidos a mi blog.
Está pensado para publicar aquello que pase por mi mente, bien sea realidad (comentarios sobre noticias de actualidad, historia, etc.) o ficción (relatos, novela, incluso poesía).
También me gustaría que aquellos que lo siguierais expresarais vuestras opiniones.
Ojalá en un futuro no muy lejano, todos (vosotros y yo) estuvieramos satisfechos de leer (los unos) y de publicar (el otro) en este, el que espero, de todo corazón, sea a partir de ahora, un espacio de ocio, reflexión y opinión.
Gracias. a todos.
Un saludo.
Ricard.

martes, 7 de agosto de 2012

Discusiones en la parroquia.


DISCUSIONES EN LA PARROQUIA.

Cuando el Padre Antonio llegó a la parroquia, Dani Megías le estaba esperando.
-Padre...me ha sucedido algo...algo...me he peleado con Aníbal, ya sabe...el pavo aquel que me buscaba el otro día...
-¡Al grano!
-...bueno pues...le he metido el pincho en la barriga y ha palmado...
-¡¡¡Qué!!! ¿Como has podido? ¿Crees que puedes disponer de la vida de otro ser humano? La vida la da Diós y la quita Diós, no los hombres...
-¡El pavo me buscaba...!
-¿Qué coño quiere decir eso?
-¡¡¡Padre!!!
-¡¡¡Ni Padre, ni ostias!!! Has matado a un semejante, a alguien que tenía tanto derecho a vivir como tú ¿Qué te has creido? ¿Para que sirve lo que yo te he enseñado? Para que mis sacrificios para daros todo lo que os pueda faltar...
-...buscaba a mi piba...
-¡Pues antes de matarlo, me lo cuentas!
-¡Ya vale Padre! ¡No me coma el tarro que...!
-¿Qué? ¿Que me vas a hacer, media mierda?
¡¡¡Padre, no me caliente...!!!
-Y si te caliento ¿qué? ¿me vas a pegar? ¿me vas a “pinchar la barriga” como a ese chaval?
-¿Quiere verlo...?-poniendo la mano en el bolsillo para sacar la navaja-
-A ver valiente –cogiéndolo del cuello y apretando-
Dani no podía respirar
-¡Padre!
Sus fuertes dedos apretaron hasta que Dani perdió el conocimiento, sus músculos se relajaron, se liberó su esfínter vaciando el orín y murió entre sus manos
-¡Hijo! Ego te absolvo pecatis tuis. Amen.
-Padre Antonio, ¿puedo pasar? –la llamada de Josefa, la señora que le hacía las tareas domésticas, le devolvió a la realidad-
-Espere Josefa, me estoy cambiando.
¡Ay este hombre! Es usted tan presumido que más parece un modelo de esos que un cura...
-Josefa, que irá usted al infierno –escondiendo el cuerpo de Dani debajo de la cama. Al anochecer ya pensaría como deshacerse del cuerpo- Ya puede entrar.
-Al infierno no se va por decir las verdades Padre. Y no es mala cosa que sea usted presumido.
-Bueno, bueno, ya está bien Josefa.
-En fin, Padre ¿recuerda usted que es martes? Toca cambiar las sábanas.
-Las cambié ayer, Josefa.
-Se equivoca Padre, son las de rayas que le puse la semana pasada...además...si siempre se las cambio yo...
-¡Las cambié ayer le digo!  -perdiendo la paciencia-
-...bueno, bueno...no las cambio si no quiere..Pero no creo que tenga que hablarme así...
-Disculpe Josefa, pero es que un feligrés me acaba de contar algo terrible y...
-Nada, nada...¡Pero si una le hiciera pagar las discusiones con mi marido y mis hijos –haciendo pucheros-
-Josefa, va... –abrazándola- no quería molestarla, ya sabe cuanto la aprecio.
-Bueno, asi pues Padre...¿se las cambio?
-No.
-Usted perdone –saliendo de la habitación del padre Antonio-
El salió tras ella y estando ante el altar el Padre Antonio le dijo:
-Josefa, tengo que ir al colegio, la dejo que trabaje en paz.
-Hasta luego Padre.
El Padre Antonio salió de la parroquia y, seguidamente, Josefa volvió a su habitación. Algo la intrigaba. El Padre Antonio nunca le había hablado así. Algo más que la confesión de un feligrés le debía preocupar. Pues no había oido confesiones él, y en un barrio como ese.
Que caray, le iba a cambiar las sábanas porqué ella sabía mejor que él cuanto tiempo llevaban puestas.
Se acercó a la cama, sacó las sábanas usadas, y cuando se acercó para poner las nuevas su pié notó algo bajo la cama.Miró hacia abajo y vió que era una mano.
Gritó con todas sus fuerzas presa del terror más absoluto, se dió la vuelta para salir corriendo y vió enmarcado en la puerta al Padre Antonio.
-¿NO LE HABIA DICHO, MI BUENA JOSEFA, QUE NO ME CAMBIARA LAS SABANAS?


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