Buenas tardes. Bienvenidos a mi blog.
Está pensado para publicar aquello que pase por mi mente, bien sea realidad (comentarios sobre noticias de actualidad, historia, etc.) o ficción (relatos, novela, incluso poesía).
También me gustaría que aquellos que lo siguierais expresarais vuestras opiniones.
Ojalá en un futuro no muy lejano, todos (vosotros y yo) estuvieramos satisfechos de leer (los unos) y de publicar (el otro) en este, el que espero, de todo corazón, sea a partir de ahora, un espacio de ocio, reflexión y opinión.
Gracias. a todos.
Un saludo.
Ricard.

domingo, 29 de abril de 2012



Reflexión nº 3



Llega un momento en el que más que pesar los años pesan los meses, los días, las horas, los minutos.
Duele la ausencia y la soledad. A veces para estar sola no es necesario que no haya nadie a tu alrededor. Puedes estar rodeado de gente y sentirte solo.
Es como el que compra una entrada para ir a un estadio, a un acontecimiento deportivo o musical. Puedes estar rodeado de 100.000 personas pero estás solo.
Difícilmente le contarás al ocupante del asiento de al lado tus problemas o tus inquietudes. Es posible que durante 2 horas consigas distraerte. Pero al cabo de ese tiempo volverás a la realidad. A la dura realidad. Pasearás por calles y avenidas rebosantes de gente. Pero estarás solo. Y aunque no lo estés, si cuentas muchas penas y problemas, lo acabarás estando.
Todos tenemos problemas. En la mayoría de ocasiones una sonrisa asoma a los labios. Los disimula, los esconde. Pero están ahí. Y nadie quiere preocuparse por problemas ajenos. Bastante tienen con los propios.
Es el reconocimiento del individualismo. “Yo quiero que surja una hada madrina con una varita mágica que solucione mis problemas”. Sin embargo, respecto a los demás, lamentablemente, “no hice el cursillo por correspondencia de hada madrina (incluye varita mágica con la primera entrega). Por lo tanto “no tengo varita mágica” (conste que no es una imagen fálica) con la que solucionar los problemas de los demás. Y mi reloj es ya muy viejo, no me ubico. Por ello, tampoco tengo tiempo para solucionarlos.
Y voy reduciendo mi punto de vista. Casi llevo orejeras de burro. Eso hace que yo (lo focalizo en primera persona del singular pero, en realidad, hablo en primera persona del plural) crea que mis problemas, siempre, son causados por otros.
Y casi siempre es cierto. Pero también lo es que acabo culpando al que menos puede defenderse, al último en llegar.
Es un poco como el servicio militar obligatorio, en el que se cargaban las tintas sobre el reemplazo más nuevo, sobre el recién llegado, los llamados “ratas”, “reclutas”, “bultos”, etc.
No es mala imagen ya que la servicio militar ibas porqué no tenías más remedio. Algo parecido sucede con los últimos en llegar. Si en tu barrio no tienes pan vas a otro a buscarlo. La cuestión es que ni ti ni tu familia (si tienes alguna responsabilidad) paséis hambre.
Pero incluso la miseria crea envidia. No hablo de la envidia al que tiene más. Sencillamente asumes que no lo podrás conseguir y ya está.
Es la envidia al que tiene menos. Así, nos quejamos de que tal persona o tal familia puedan gozar de más ayudas por parte del Estado, ayudas de las que nosotros no podemos disfrutar.
Podríamos pensar que quizás se debe a que no ven cubiertas sus necesidades básicas. Pero, en lugar de eso, vemos un complot (judeomasónico, que diría un viejecito nada encantador que asoló estas tierras hace un tiempo) contra nosotros.
No pensamos que quizás ayer mismo éramos nosotros los que gozábamos de esas ayudas. O quizás si. Y es por eso por lo que nos quejamos. Porqué otros, que están como estábamos nosotros ayer, son los que ahora las disfrutan. Ya se sabe que las ayudas, cuando desaparecen, se echan en falta.
Ah, se me olvidaba. También son los responsables del paro porqué acaparan todo el trabajo. No cuenta que cubran aquellas ocupaciones que nosotros no consideramos cubrir, las menos cualificadas.
Nosotros ya no pedimos pan. Como mínimo, un pastel.













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