Buenas tardes. Bienvenidos a mi blog.
Está pensado para publicar aquello que pase por mi mente, bien sea realidad (comentarios sobre noticias de actualidad, historia, etc.) o ficción (relatos, novela, incluso poesía).
También me gustaría que aquellos que lo siguierais expresarais vuestras opiniones.
Ojalá en un futuro no muy lejano, todos (vosotros y yo) estuvieramos satisfechos de leer (los unos) y de publicar (el otro) en este, el que espero, de todo corazón, sea a partir de ahora, un espacio de ocio, reflexión y opinión.
Gracias. a todos.
Un saludo.
Ricard.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Reflexión nº 4



Reflexión nº 4.


Es la rotación de la tierra sobre su propio eje y alrededor del sol la que, junto a la fuerza de la gravedad, mueve el mundo.
Esa es una verdad incontestable. Es demostrable empíricamente.
Como dijo años atrás un profesor universitario en el aula para demostrarnos la diferencia entre “regla” y “norma”:
“Regla: El agua hierve a 100 grados centígrados. Por mucho que alguien intente que hierva a menos temperatura, no lo va a conseguir.
Norma: Prohibido fumar. Lo pone en este cartel en el aula –sacó un cigarrillo, lo encendió y se puso a fumar-. Como ven, se puede infringir.
Por tanto la regla es inmutable, se puede demostrar empíricamente. La norma, en cambio, se puede infringir”.
Lo malo del caso es que nuestra vida diaria, la que más nos afecta, no la mueven reglas sino normas.
Y las normas, además de poderse infringir, son interpretables. También podemos decir que los motivos que impulsan a crearlas son moldeables. O más claramente, responden más al interés de unos cuantos que al bienestar de muchos. También es moldeable la respuesta de la opinión pública.
“La opinión pública”. ¿Y que es eso en realidad? ¿Cómo se contabiliza?
Hoy estamos más acomodados o, quizás, más decepcionados. Porqué la manera más clara de contabilizar la opinión de la sociedad, en democracia, es la participación y el posterior resultado en las elecciones.
En líneas generales, en las elecciones, sea cual sea su ámbito (local, autonómico, estatal), la participación es muy baja.
Y ¿cuál es la causa de la desmovilización de la sociedad ante las elecciones?
Se harán (y los que ya se han hecho) sesudos estudios y estadísticas varias. Pero si hablan cada día, a pie de calle, sea cual sea el nivel socioeconómico y cultural del barrio o población en que preguntes, la respuesta acostumbra a ser que ya no existe esa confianza, ese deseo de cambiar, de mejorar las cosas por cuanto, mande quien mande, siempre hará aquello que le de la gana. Esté o no de acuerdo la sociedad con ello.
Y está legitimado. Es cierto. Ha ganado unas elecciones, ha formado gobierno.
Pero, en realidad, 50 de cada 100 personas (a veces 40, otras 45) han decidido que es mejor ir a la playa, hacer una excursión o lo que crean pertinente.
Y de los 50 que han acudido a votar, posiblemente al ganador le habrán votado (como mucho) 18 ó 20 personas. Y alguien regirá el estado, la comunidad autónoma o el ayuntamiento, habiéndole votado (insisto, como mucho) 18 ó 20 personas de 100 posibles.
Formalmente poco se puede hacer porqué en democracia la legitimidad la dan las urnas. Tanto si acuden a ellas 40, 50 o las 100 personas que pueden acudir.
Esos 50 que han votado ya han dado su opinión, pero ¿y los 50 restantes?. Quien sabe. Si hubieran ejercido su derecho nadie puede asegurar que el resultado hubiese sido el mismo o bien, diverso.
Incluso es posible que algún partido que no ha conseguido representación consiguiera unos muy buenos resultados que le acercaran al poder, o que se lo dieran.
Y si así fuera, ¿estamos seguros de que satisfarían los anhelos y las esperanzas de tantos que hoy tienen (tenemos) la decepción por bandera?
Quizás si, quizás no.
¿Cuántos partidos no han variado su opinión tras llegar al poder?
Si hacemos un poco de memoria veremos que, tras la caída del muro de Berlín, la izquierda ha ido perdiendo de vista sus objetivos. No es tanto la conquista o la transformación del estado. No es que cada ciudadano pueda tener un utilitario. Lo cierto actualmente es que si podemos tener un BMW, ¿para que vamos a tener un Renault Clío?
Y es legítimo pero, ¿no estamos vendiendo nuestra alma al diablo por unos cuantos caballos de potencia de más?
En realidad la izquierda ha pasado de dar su apoyo real a los sindicatos a dar solo un apoyo formal. En campaña electoral se prescinde la chaqueta y de la corbata. En plena legislatura no pueden faltar.
Hoy la izquierda procura acercar posturas y opiniones a la patronal. Y no me refiero a quien tiene un negocio . Más bien me refiero a los patrones de grandes empresas multinacionales. “Hay que abaratar el despido”. “Hay que flexibilizar el mercado laboral”.
De lo que nadie se da cuenta (o a nadie parece importarle) es de que la economía es un circulo. Una empresa, a través de sus trabajadores, crea un producto que intenta vender en el mercado. Quien adquiere ese producto (es decir, el mercado), son esos mismos u otros trabajadores (creadores asimismo de otros productos que se introducen en “el mercado”).
Si se aboga por la precariedad laboral (por flexibilizar el mercado laboral, por abaratar el despido), se están quitando de las manos de esos trabajadores (o “mercado”) los instrumentos (“dinero”) para adquirir ese/esos producto/s que la empresa intenta vender.
Y si la empresa vende menos (y, por tanto, bajan sus beneficios) no puede pagar sueldos como los pagaba antaño.
Pero la solución siempre es la misma: precarizar el mercado laboral.
Y esos grandes patrones, de no menos grandes empresas, siguen disfrutando de las mismas ganancias, porqué la crisis viaja en ciclomotor, incluso en BMW (para eso han existido, existen y existirán los préstamos), pero jamás ha viajado, viaja, ni viajará en Aston Martin, en Ferrari o en Rolls-Royce.

















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